Buenas tardes, compañeros.
Por deformación profesional, siempre que puedo, consumo todo aquello que tiene que ver con educación y está a mi alcance.
Pues bien, esta mañana me puse a mirar la tele, en la 1 estaban echando “Maneras de Educar”, me sorprendió gratamente y me encantaron las maneras de educar del Colegio Garcilaso de la Vega en Toledo, pero hacían una práctica de Química con niños pequeños. Resulta que yo también la he realizado un par de veces en el pasado, con niños más mayores.
https://www.youtube.com/watch?v=7AEskvx0gso
Lo hice como un truco de magia, tengo un sombrero negro impermeable que no permite ver lo que ocurre en su interior. Consiste en cortar varios pañales de bebé y depositar, en el interior del sombrero, su contenido de poliacrilato de sodio. A continuación añado en el interior del sombrero una cantidad de agua contenida en una pequeña jarra, luego reto a ver quien tiene cojones a ponerse el sombrero en la cabeza para mojarse un poco y espabilarse. Al final cojo el sombrero y me lo encasqueto yo en el cabezón sin que se derrame una gota ante el asombro de nuestros clientes (el poliacrilato se expande al absober el agua y la pared interna del sombrero no lo deja caer).
Esto, yo me lo guisé y yo me lo comí, con guantes sin dejar que ningún alumno interviniera tocando u oliendo el producto, y limpiando pulcramente la zona de operación.
El caso es que esta mañana, en el programa de tv1, a partir del minuto 24:06,
http://www.rtve.es/alacarta/videos/mane ... d/5195258/
he podido visionar a dos niños de 8 o 9 años (supongo) manejando el cotarro. El niño huele el producto, ambos lo manipulan, se lo tiran como si fuera nieve y solo tienen como protección las gafas chulis para los ojos.
El poliacrilato es tóxico y puede causar diferentes daños en piel, ojos y pulmones.
No quiero yo crear ninguna alarma con mi comentario y menos perjudicar a mis paisanos de Toledo, es más, no creo que haya pasado ni pase nada en este interesante experimento aunque, personalmente, no asumiría el riesgo con niños pequeños (por bajo que sea) y luego a toro pasado tener que decir:
¡Qué mala suerte hemos tenido!, con los niños en el hospital…
Saludos.